domingo, 2 de diciembre de 2007

Continuación....."La Otra Mundialización", escrito por Dominique Wolton.


Alentar el espíritu crítico.

El cuidado de la regulación pública en materia de industrias de la comunicación requiere, entre muchas otras cosas, la firme de decisión de imponer un determinado punto de vista sobre el papel del Estado y el interés general, una filosofía política de la cultura y la comunicación, la ambición de pensar y administrar la diversidad cultural. Esta política de conjunto debe dar ocasión para reflexionar sobre el papel del Estado y el interés general y, más aún, oportunidad para desarrollar entre los ciudadanos un espíritu vigilante que sepa hacer la diferencia entre los valores e intereses; ello, con miras a situar, en el inmenso discurso de la comunicación pero más allá de las palabras, lo que compete finalmente a la promoción, con el fin de aprender a juzgar de viso, empíricamente, con modestia. Aprender a meditar, por ejemplo, sobre una de las paradojas inesperadas de la revolución en materia informacional, el de su precio. Ayer la información era escasa y se la tenía por un valor en sí, por una conquista democrática y barata. Hoy es abundante, para no decir redundante, se ha transformado en una verdadera mercancía y en consecuencia mucho más cara, especialmente porque se la segmenta y se la vende sobre soportes diferentes.
Tampoco es posible reflexionar sobre las gigantescas apuestas ligadas a este sector si no se revalorizan primero las palabras que lo atraviesan. Y ante todo hay que admitir que la información y la comunicación no son sinónimas, que la cultura debe ser pensada de manera más global porque, aun estando ligada al patrimonio, es también la suma de todos los recursos que moviliza el individuo para tratar de vivir en su época. Debe evitarse reducirla a la cultura de élite y mostrar el papel motor de las culturas medias y de masas en la sociedad contemporánea. La cultura es finalmente, el conjunto de actitudes que permiten situarse frente al mundo contemporáneo. No hay nada que no sea recurso natural para edificar la capacidad de pensar una realidad en movimiento perpetuo: música, moda, información, tradición, modo de vida, trabajo, educación… Todo cuanto está simultáneamente en el tiempo y en la atmósfera ambiente, lo que es compartido por otros, lo que tiene un sentido. La cultura tal vez no haya estado nunca, de manera tan simultánea, en la duración y en el instante. En cualquier caso, cultura y comunicación justifican crear conocimientos para pensar los desafíos técnicos, económicos, políticos ligados a la expansión de las industrias del mismo nombre.
Crear conocimientos es desarrollar un espíritu crítico que distinga valores e intereses, lógica normativa y lógica funcional en la información, la cultura y la comunicación. Aprender a no confundir el progreso técnico con los servicios realmente útiles, el discurso comercial con la aspiración a comunicarse, los procesos económicos con la realidad de las relaciones sociales, la transparencia ofrecida por Internet con la realidad de las relaciones de poder, la aspiración a la igualdad con los riesgos de la cibercriminalidad.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Continuación ...... ¿Acción de clase o movimiento social?


El modelo nacional-popular Latinoaméricano, su crítica, contradicción y la actualidad.

A simple vista podemos partir afirmando que “el modelo nacional-popular, en cuyo seno o por relación al cual se definen unos actores sociales que llevan a una acción autónoma menos de lo que responden a unas intervenciones del poder político …. se define ante todo por esa subordinación de los actores sociales al poder político, por la indiferenciación del Estado y del sistema político, por la coexistencia de objetivos modernizadores, económicos y nacionales en todas las formas de acción colectiva y por una fuerte desarticulación de la acción política y de las expresiones ideológicas en relación a los intereses económicos”[1].
La subordinación de los actores sociales al poder político puede resumirse en la sobrepolitización que sufrieron los movimientos sociales alrededor de toda Latinoamérica. Es como si cada actor social estuviese concadenado al otro logrando una relativa autonomía de los demás actores sociales, interdependiendo el uno del otro, hasta concretar la crisis política, social y cultural que se manifestó en todos los golpes de Estado que ocurrieron en Latinoamérica. Al respecto Touraine afirma que América Latina “Se caracteriza por cierta interdependencia entre lo social, lo político y lo estatal, lo cual significa a la vez una autonomía relativa de cada sector de acción colectiva y la imposibilidad de definir uno de ellos con independencia de sus relaciones con los demás”[2].

Lo descrito con anterioridad da cuenta de que hay una contradicción en el modelo nacional-popular latinoamericano. Puesto que “El sistema social y político latinoamericano aspira y rechaza al mismo tiempo, separa y amalgama a la vez, de suerte que todos los actores sociales participan, pero solo parcial y débilmente, en la transformación social por ella misma”[3]. Esta contradicción es el punto de crítica del modelo nacional-popular latinoamericano, critico en el sentido de que representa – lo afirmado con anterioridad – una situación poco definida. En otras palabras, “existe un sistema político, pero los actores sociales y el Estado mismo nunca se definen completamente por su participación en ese sistema”[4]. Hasta aquí podemos afirmar lo siguiente: por un lado las “clases” latinoamericanas carecen de la propia identidad de clase – en términos autónomos”- , a cambio, adoptan la figura de “pueblo”, surge el modelo nacional-popular, y por consiguiente, los “movimientos sociales”. Sin embargo, los movimientos sociales latinoamericanos carecen del “sujeto” – lo que Touraine reconoce en los movimientos sociales es que estos son la clase sujeto. En Latinoamérica no existió ni la clase, ni el sujeto que Touraine reconoce, ¿Entonces que tenemos? Surge el “movimentismo”, el cual representa una forma particular y propia de la región.

Movimentismo.

Brevemente podemos decir que el “movimentismo” es el “esfuerzo de unión o lugar de fusión entre la acción de los ciudadanos y la de los excluidos, entre las reivindicaciones del interior y las contestaciones del exterior”[5]. En resumen, lo que se ha tratado de hacer es buscar el punto de superación de la contradicción entre los intereses de los actores sociales y las necesidades materiales de los excluidos.

Además Touraine reconoce “tres niveles de conducta”:

1. la defensa comunitaria (seria la noción de “pueblo[6]”)
2. la integración social (seria la noción política[7])
3. movimientos sociales, mas presentes en la conciencia – a través de la memoria – que en la acción (seria la debilidad de los movimientos sociales[8])

Por ahora esta es la respuesta que mas se ajusta al caso específico de Latinoamérica. Sin embargo, y a pesar de las falencias, debilidades y carencias de algunas características que no se cumplen con la noción de movimiento social que existen – existieron mas bien – en Europa o América del Norte, es en América Latina donde “los actores populares siempre están presentes y sus protestas, políticamente débiles, reclaman con fuerza, y de modo constante, la ciudadanía social”[9].

Rodrigo Díaz.


[1] Touraine, Alain, “América Latina: Política y Sociedad”, Tercera Parte, “Intervenciones del Estado y Movimientos Sociales”, Pág., 285 y 286, Editorial “Espasa Calpe”, Madrid, España, 1989.
[2] Ídem, Pág., 286.
[3] Ídem, Pág., 287.
[4] Ídem, Pág., 289.
[5] Ídem, Pág., 288.
[6] Cabe destacar las nociones de; masa – lugar de los excluidos -, nación – lugar del ciudadano – y pueblo . imagen mítica de aquello que “debía ser”, entiendase la defensa comunitaria a través de esta noción.
[7] Una de las maneras de lograr la integración social era a través de la demanda de ajustes salariales por parte de los obreros, otra manera era la inclusión y la participación política, otra manera es la educación. Sin embargo, creo que es mejor considerar la parte política por que los actores sociales están subordinados a ella.
[8] Debilidad en tanto nunca será capaz de asegurar la participación total de las personas que componen un país en las transformaciones sociales que le puedan, o no, ocurrir, o que se puedan, o no, llevar a cabo.
[9] Ob., cit., Pág., 290.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Alain Touraine


¿Acción de clase o movimiento social?

A modo de introducción.

Alain Tourraine publicó el año 1984 un ensayo titulado “Los movimientos sociales”, el cual apareció en “Revue francaise de sociologie”. Su traducción al español fue publicado por “El Nacional”, de México – el cual asumo es un diario. Dentro de este ensayo el autor traza algunas definiciones conceptuales de importancia. Este texto y “América Latina: Política y Sociedad”, serán contrapuestos para poder responder a la pregunta requerida en clases.[1]

Algunas nociones.

Expondré a continuación lo que este autor comprende por movimiento social, y su rol, pero luego veremos si estas descripciones concuerdan con lo que ha sucedido en Latinoamérica.

En primer lugar, podemos partir afirmando que “Un movimiento social así definido[2] no es en forma alguna una respuesta a una situación social. Al contrario, es el resultado del conflicto entre los movimientos sociales que combaten por el control de los modelos culturales, de la historicidad, conflicto que puede conducir a una ruptura del sistema político o, en su defecto, a reformas institucionales, y se manifiesta cotidianamente, en las formas de organización social y cultural, en las relaciones de autoridad”[3]. Si aplicamos la cita expuesto al caso Chileno podemos afirmar que, dicho conflicto sí produjo “una ruptura en el sistema político”, y además hubo “reformas institucionales”.

En segundo lugar, Touraine afirma que “La noción de movimiento social no es separable de la de clase. Pero lo que opone el movimiento social a la clase es que ésta puede ser definida como una situación, mientras que el movimiento social es la clase sujeto”[4]. Aquí tenemos los primeros esbozos para empezar a pensar en la respuesta a nuestra interrogante, si tenemos en cuneta que el modelo nacional-popular carece de una verdadera noción de clase – debido a la noción de pueblo más que de clase – podremos afirmar con claridad que en Latinoamérica no había una situación definida. La noción de pueblo señala mas una imagen mítica que a una noción de clase donde la situación esta definida – como lo fue en el caso europeo, en donde la situación de clase era más conciente y más activa que la noción de pueblo forjada en Latinoamérica por el modelo nacional-popular. Para reafirmar lo anterior Touraine indica que “El movimiento no puede existir sin una cierta conciencia de si mismo, pero esto no implica que pueda organizarse pensar directamente sobre un plan político.”[5].


Rodrigo Díaz.

[1] De si en la particularidad Latinoamérica hay acción de clase o movimientos sociales.
[2] Anteriormente el autor ha negado el hecho de que los movimientos sociales sean simples acciones colectivas o luchas. En cambio, reconoce en la estructura una complejidad que hace de los movimientos sociales agentes centrales de cambio.
[3] Touraine, Alain, “Los movimientos sociales”, Pág., 20, Editorial “Magesto”, Buenos Aires, Argentina, 2001.
[4] Ídem, Pág., 23.
[5] Ídem, Pág., 25.

jueves, 25 de octubre de 2007

Continuación....."La Otra Mundialización", escrito por Dominique Wolton.


Salvaguardar el lazo social.

La concentración de las industrias culturales tiene un segundo efecto perverso: la segmentación del mercado en cuantos mercados secundarios se pueda. ¿Cuál es la consecuencia? Una pulverización del lazo social. Si esta segmentación es fuente de rentabilidad, también constituye un riesgo para la democracia. Así como una nación es otra cosa que la suma de comunidades que la componen, del mismo modo la comunidad internacional es otra cosa que la suma de las redes y los mercados. Sólo los Estados, por dependientes que sean, son capaces de administrar la heterogeneidad social y cultural de las naciones. A ellos les corresponde mantener un mínimo de cohesión entre las diferentes comunidades; lo cual, en materia de industrias de la cultura, se traduce por una problemática del interés general, la existencia de un servicio público, la preservación del carácter nacional de una parte de las industrias culturales. ¿Qué dirían los estadounidenses, librecambistas de labios para afuera pero proteccionistas en los hechos, si vieran a sus industrias de la cultura y la comunicación, de las que por otra parte están muy orgullosos, marcharse a jirones al extranjero? Cuando observamos su reacción ante la simple reventa de los estudios Universal, y el modo en que no pararon hasta recuperarlos para el regazo nacional, no resulta difícil zanjar la cuestión.
En la Organización Mundial de Comercio reaparece este debate sobre el estatuto de las industrias culturales, entre los dos bandos: el de los defensores de un liberalismo favorable a la segmentación, y el de los partidarios de una problemática más universalista y ligada a la preservación de cierta cohesión social más allá de la existencia de comunidades. Quien dice aceptación de una cohesión social, supone la existencia de una regulación que la garantice y, por tanto, de un Estado. El comunitarismo, en cambio, casi no necesita un Estado fuerte. Este enfrentamiento entre dos filosofías políticas determinará en buena parte la configuración de las industrias culturales para los próximos diez años.
  • Dominique Wolton es director de investigaciones en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS) y está al frente del laboratorio «Información, comunicación y retos científicos». En 1988 fundó la revista internacional Hermès (CNRS Editions), que dirige desde entonces. La revista tiene como finalidad estudiar la comunicación y sus relaciones con los individuos, las técnicas, las culturas y las sociedades desde una perspectiva interdisciplinar. Wolton dirige así mismo la colección «Communication», que creó en 1998 (CNRS Editions). A través de sus innumerables publicaciones, Wolton despliega una línea de investigación centrada en el análisis de las relaciones que mantienen la cultura, la comunicación, la sociedad y la política. Después de haber estudiado los medios, la comunicación política, Europa e internet principalmente, se ha interesado por las consecuencias políticas y culturales de la globalización de la información y la comunicación. Para Wolton, la información y la comunicación son uno de los mayores desafíos políticos del siglo XXI y la convivencia cultural, un imperativo que se ha de modelar para que se pueda poner en marcha la tercera globalización. Tras La otra mundialización (Editorial Gedisa, 2004), acaba de publicar en Francia Il faut sauver la communication [Salvar la comunicación] en febrero de 2005 (ed. Flammarion).Cargos Directeur du Laboratoire CNRS, UPS 2262, Information, communication et enjeux scientifiques Directeur du l'Institut des Sciences de la Communication du CNRS Fundador y director de la revista Hermès - Cognition Communication Politique, CNRS-Editions, París, desde su creación en diciembre de 1989. Director de la colección CNRS – Communication , CNRS-Editions, desde su creación en 1999. Miembro del Consejo cientifico del Cnrs Miembro del Consejo de administración de la holding France Télévision y de la cadena France 2. Miembro de la Comisión de Francia de l’UNESCO Miembro del Consejo cientifico del "Office parlementaire d’évaluation des choix scientifiques et technologiques" Président du Comité d'éthique du Bureau de vérification de la publicité (BVP) Directeur de la Cellule Stratégique de la Francophonie à l'Organisation Internationale de la Francophonie (OIF) Fonctions précédentes Miembro del "Haut Conseil de la Francophonie" (2004-2006) Président de la Commission spécialisée de terminologie et de néologie, Ministère des Affaires étrangères (1999-2005) Membre du Comité d'Ethique pour les sciences du CNRS (COMETS) (1993-2005) Membre du Comité consultatif national d'éthique pour les Sciences de la Vie et de la Santé (CCNE) (1997-2005) Director del Programa Comunicación del CNRS (1985-1997) Responsable del Programa Ciencia, Tecnología y Sociedad del CNRS (1980-1985) Fundador y director del Laboratorio Comunicación y política del CNRS (1987-2000) Miembro del Consejo cientifico de la Agence Nationale pour la Recherche (ANR) Profesor en el Instituto de Estudios Políticos de París (1992-1997) Miembro de las tres comisiones gubernamentales de reforma de los medios audiovisuales públicos: 1981 (Sr. Moinot), 1989 (Sra. Tasca) y 1996 (Sr. Campet).Distinctions Chevalier dans l’Ordre National de la Légion d’Honneur Chevalier dans l’Ordre des Palmes Académiques Officier dans l’Ordre des Arts et Lettres

jueves, 18 de octubre de 2007

Max Weber



"La ciencia social que queremos promover es una ciencia de realidad. Queremos comprender la realidad de la vida que nos circunda, y en la cual estamos inmersos, en su especificidad; queremos comprender, por un lado, la conexión y significación cultural de sus manifestaciones individuales en su configuración actual, y, por el otro, las razones por las cuales ha llegado históricamente a ser así-y-no-de-otro-modo. Ahora bien, tan pronto como tratamos de reflexionar sobre la manera en que se nos presenta inmediatamente, la vida nos ofrece una multiplicidad infinita de procesos que surgen y desaparecen, sucesiva y simultáneamente, tanto “dentro” como “fuera” de nosotros mismos. Y la infinitud absoluta de esta multiplicidad para nada disminuye, en su dimensión intensiva, cuando consideramos aisladamente un objeto singular -por ejemplo, un acto concreto de intercambio-, tan pronto como procuramos con seriedad describirlo de manera exhaustiva en todos sus componentes individuales; tal infinitud subsiste todavía más, como es obvio, si intentamos comprenderlo en su condicionamiento causal. Cualquier conocimiento conceptual de la realidad infinita por la mente humana finita descansa en el supuesto tácito de que sólo una parte finita de esta realidad constituye el objeto de la investigación científica, parte que debe ser la única “esencial” en el sentido de que “merece ser conocida”. Pero, ¿siguiendo qué principios se seleccionará esa parte? Repetidas veces se ha creído que el criterio decisivo, también en las ciencias naturales, puede discernirse en definitiva en la recurrencia “con arreglo a leyes” de ligazones causales determinadas. Aquello que contienen en sí las “leyes” que podemos discernir en el curso infinitamente múltiple de los fenómenos debe constituir, de acuerdo con esta concepción, lo único científicamente “esencial” en ellas: apenas hemos demostrado la “legalidad” de una ligazón causal, como válida sin excepción, con los medios de la inducción histórica comprensiva, o bien la hemos vuelto intuitivamente evidente para la experiencia interna, y cualquiera que sea la fórmula que hayamos encontrado de este modo, una multitud de casos, por elevado que pueda concebirse su número, se subsume en ella. Y los elementos de la realidad individual que, una vez establecida la “ley”, quedan fuera de ella, son considerados residuos no elaborados científicamente todavía, que habrán de ser introducidos en el sistema “legal” a través del perfeccionamiento de este, o bien permanecerán como algo “contingente” y se los dejará de lado por científicamente inesenciales, en cuanto no son “concebibles legalmente” y no encajan, por ello, en el “tipo” del proceso; en tal caso, sólo pueden ser objeto de una “curiosidad ociosa”. De este modo, aun entre los representantes de la escuela histórica reaparece de continuo la convicción de que el ideal al cual tienden todas las ciencias, incluidas las ciencias culturales, y al cual deben tender aun en vista de un remoto futuro, es la obtención de un sistema de proposiciones del cual la realidad pueda ser “deducida”. Como es sabido, un eminente naturalista creyó que podía caracterizar el objetivo ideal (inalcanzable en la práctica) de tal elaboración de la realidad cultural como un conocimiento “astronómico” de los procesos de la vida. Por nuestra parte, no omitiremos examinar estos asuntos más de cerca, sin que interese cuán a menudo se los haya discutido ya. Salta a la vista, en primer lugar, que ese conocimiento “astronómico” en que se piensa en modo alguno es un sistema de leyes. Antes bien, obtiene las leyes que constituyen los presupuestos de su labor de otras disciplinas, como la mecánica. La astronomía, sin embargo, se interesa por la cuestión de qué resultado individual produce la acción de estas leyes en una constelación individualmente configurada, en cuanto tales constelaciones individuales revisten significación para nosotros. Cada constelación individual que ella “explica” o predice es explicable causalmente sólo como consecuencia de otra, igualmente individual, que la preceda. No importa cuánto podamos retroceder hacia la gris nebulosa del pasado remoto: la realidad a la cual se aplican las leyes sigue siendo individual, no deducible a partir de leyes. Un “estado primordial” del cosmos que no poseyese carácter individual, o lo tuviese en menor grado que la realidad cósmica del presente, sería naturalmente una representación sin sentido".
Extraido de "LA OBJETIVIDAD COGNITIVA DE LA CIENCIA SOCIAL Y LA POLITICA SOCIAL" Para descargar introducir el código, esperar 45 segundos, y luego seleccionar donde dice "Free Download"
Saludos.
R.D.

jueves, 11 de octubre de 2007

Continuación....."La Otra Mundialización", escrito por Dominique Wolton.



Regular las industrias culturales.

En Occidente, la libertad de información está tan ligada a la lucha política por la democracia, que cualquier idea de regulación en este sector es considerada todavía como un atentado a la libertad. Sin embargo, dicha idea no traduce por fuerza una postura liberticida sino que, por el contrario, es signo de la voluntad de proteger la libertad de comunicación. Se sabe desde siempre que la libertad de comunicación no puede existir sin leyes que la garanticen. Por ejemplo, todo cuanto atañe a la cuestión de los derechos de autor y de propiedad intelectual está directamente enlazado a esta problemática reciente de la libertad. Es preciso recordar, pues, tanto en el ámbito de la cultura y de la comunicación como en muchos otros, que la ley es condición de la libertad y no destrucción de esta.
Es preciso también limitar la descomunal concentración de las industrias de la comunicación, cuya fragilidad, por añadidura, es extrema. Vemos desmoronarse aquí y allá sectores enteros no sólo de las industrias culturales sino casi siempre del patrimonio. Las industrias culturales deben ceñirse de nuevo a su oficio inicial y abandonar la pura lógica financiera. ¡Es cuando menos asombroso que, entre 1992 y 2002, las más grandes empresas de comunicación (AOL-Time-Warner, Disney, Bertelsman, Vivendi Universal antes de su caída) hayan pasado a ser también las multinacionales más poderosas del mundo! En ningún otro sector de actividad se habría aceptado tan fácilmente semejante concentración sin plantear el problema de su compatibilidad con la lógica democrática. Esto dice mucho sobre la fascinación ejercida por estas industrias sobre las clases dirigentes. Recordemos simplemente que, 50 años atrás, se temía que la concentración de la prensa pudiese ser un obstáculo para la democracia, mientras que, hoy, industrias de comunicación concentran diarios, editoriales, televisiones, estudios de grabación, nuevos medios masivos, en un grado de poderío económico sin medida común con lo que sucedía en la década de 1930. Actualmente son muy pocos los que, en el plano nacional o internacional, se insurgen contra esta lógica de la concentración. Algunos hasta llegan a decir que la potencia y el poder de los grupos comunicacionales son garantía de la libertad de información.


  • Dominique Wolton es director de investigaciones en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS) y está al frente del laboratorio «Información, comunicación y retos científicos». En 1988 fundó la revista internacional Hermès (CNRS Editions), que dirige desde entonces. La revista tiene como finalidad estudiar la comunicación y sus relaciones con los individuos, las técnicas, las culturas y las sociedades desde una perspectiva interdisciplinar. Wolton dirige así mismo la colección «Communication», que creó en 1998 (CNRS Editions). A través de sus innumerables publicaciones, Wolton despliega una línea de investigación centrada en el análisis de las relaciones que mantienen la cultura, la comunicación, la sociedad y la política. Después de haber estudiado los medios, la comunicación política, Europa e internet principalmente, se ha interesado por las consecuencias políticas y culturales de la globalización de la información y la comunicación. Para Wolton, la información y la comunicación son uno de los mayores desafíos políticos del siglo XXI y la convivencia cultural, un imperativo que se ha de modelar para que se pueda poner en marcha la tercera globalización. Tras La otra mundialización (Editorial Gedisa, 2004), acaba de publicar en Francia Il faut sauver la communication [Salvar la comunicación] en febrero de 2005 (ed. Flammarion).Cargos Directeur du Laboratoire CNRS, UPS 2262, Information, communication et enjeux scientifiques Directeur du l'Institut des Sciences de la Communication du CNRS Fundador y director de la revista Hermès - Cognition Communication Politique, CNRS-Editions, París, desde su creación en diciembre de 1989. Director de la colección CNRS – Communication , CNRS-Editions, desde su creación en 1999. Miembro del Consejo cientifico del Cnrs Miembro del Consejo de administración de la holding France Télévision y de la cadena France 2. Miembro de la Comisión de Francia de l’UNESCO Miembro del Consejo cientifico del "Office parlementaire d’évaluation des choix scientifiques et technologiques" Président du Comité d'éthique du Bureau de vérification de la publicité (BVP) Directeur de la Cellule Stratégique de la Francophonie à l'Organisation Internationale de la Francophonie (OIF) Fonctions précédentes Miembro del "Haut Conseil de la Francophonie" (2004-2006) Président de la Commission spécialisée de terminologie et de néologie, Ministère des Affaires étrangères (1999-2005) Membre du Comité d'Ethique pour les sciences du CNRS (COMETS) (1993-2005) Membre du Comité consultatif national d'éthique pour les Sciences de la Vie et de la Santé (CCNE) (1997-2005) Director del Programa Comunicación del CNRS (1985-1997) Responsable del Programa Ciencia, Tecnología y Sociedad del CNRS (1980-1985) Fundador y director del Laboratorio Comunicación y política del CNRS (1987-2000) Miembro del Consejo cientifico de la Agence Nationale pour la Recherche (ANR) Profesor en el Instituto de Estudios Políticos de París (1992-1997) Miembro de las tres comisiones gubernamentales de reforma de los medios audiovisuales públicos: 1981 (Sr. Moinot), 1989 (Sra. Tasca) y 1996 (Sr. Campet).Distinctions Chevalier dans l’Ordre National de la Légion d’Honneur Chevalier dans l’Ordre des Palmes Académiques Officier dans l’Ordre des Arts et Lettres

jueves, 4 de octubre de 2007

El desconocido Durkheim

Después de haber leído unas cosas de este autor, y bueno, de haber asistido a un curso de seis meses sobre él, se podría llegar a creer que ya esta pasado, o incluso entendido. Resulta que Durkheim ha escrito cosas de las cuales, al menos personalmente, no tenia conciencia de su existencia, entre ellas los escritos que dejare a continuación, "Sociólogos en Situación", texto que se compone de escritos cortos en los cuales este autor aborda el rol de los intelectuales, incluso se puede entre ver una critica a Kant y Rousseau, al menos del primero yo tenia entendido que tenia mas cosas afines. En el segundo texto "Lecciones de Sociología" este autor aborda la relación del Estado en casi todos los ámbitos. En fin, para quienes quieran echarle una mirada, y para quienes ya los han leído, volver a pensarlos.

Émile Durkheim

"Nació en Épinal, Francia, en la región de Lorena. A pesar de ser hijo de una familia profundamente religiosa (era hijo de un rabino), Durkheim tuvo una vida completamente secular. Desde joven se sintió atraído por el método científico, que se oponía a su educación basada en la religión. En muchos de sus trabajos, de hecho, estuvo dedicado a demostrar que los fenómenos religiosos provienen de factores sociales más que divinos. Sus antecedentes judíos, sin embargo, moldearon su sociología, y muchos de sus estudiantes y colaboradores fueron compañeros judíos o parientes de sangre. Durkheim entró a la École Normale Supérieure (Escuela Normal Superior), en 1879. Su generación fue una de las más brillantes del siglo XIX y muchos de sus compañeros de clase, tales como Jean Jaurès y Henri Bergson se convertirían en importantes figuras de la vida intelectual francesa. En la ENS (Escuela Normal Superior), Durkheim estudió con Fustel de Coulanges de su generación cuando se graduó en filosofía en 1882. En 1887, es nombrado profesor de pedagogía y ciencia social de la Universidad de Burdeos. Comienza con sus enseñanzas en sociología y fue el primero en enseñar esta ciencia en Francia. Como consecuencia de los pesares que le causó la muerte de su único hijo, murió en París el 15 de noviembre de 1917".


El resto de su "biografía" esta en http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%89mile_Durkheim la parte de arriba también ha sido sacada de Wikipedia. Para descargar los textos tienen que hacer lo mismo de siempre, introducir el codigo, esperar 45 segundos y presionar donde dice "Free Download".

El Sociólogo en Situación: http://www.megaupload.com/es/?d=W4NFTV0X

Lecciones de Sociología: http://www.megaupload.com/es/?d=JELAWN93

Saludos.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Continuación....."La Otra Mundialización", escrito por Dominique Wolton.


Las plataformas del futuro.

Aceptar la especificidad de las industrias culturales.

Las industrias culturales no son como las demás. Son industrias, sin duda, pero su objeto – la información, la comunicación, la cultura – les otorga una condición específica que desborda a la lógica económica.
Durante 20 años, la expansión técnica y económica de las telecomunicaciones, los sistemas audiovisuales y la informática fue de tal magnitud que este lenguaje no pudo ser entendido. La información y la comunicación se mostraban más bien como el medio para reestructurar el capitalismo, descubrir nuevas fuentes de beneficios después de los acumulados por los sectores industriales del carbón, el acero, el petróleo o la energía nuclear. La información y la comunicación, transversales a todas las actividades económicas y sociales, pasaban a ser “el sistema nervioso” de esta nueva economía mundial en construcción. ¿Por qué conceder entonces un rango especial a lo que se convertiría en centro de la economía del mundo y permitir finalmente a los paises desarrollados mantener su adelanto técnico, cultural, político? Sostener el sector de la comunicación, banalizarlo, ¿no era mostrarse a favor del progreso? Formular interrogantes, denunciar la ideología técnica, reclamar un proyecto político más allá de las innovaciones, alertar contra la reestructuración del capitalismo sobre la base de las industrias de la comunicación, temer a la dominación cultural traducían en el mejor de los casos una posición conservadora, y en el peor una culpable pusilanimidad.
En esa época fuimos muy pocos los que elevamos la voz para expresar la urgencia de pensar los nuevos medios de comunicación, sobre todo por comparación con los medios clásicos, así como de abandonar la ideología técnica, y ello para recordar la dimensión política, en sentido amplio, de la cultura y de los vínculos entre identidad, cultura y comunicación. La caída del Nasdaq y el crac de las industrias de telecomunicaciones confirmaron en cierto modo nuestra hipótesis. A la larga, los argumentos esgrimidos para recordar que la información y la comunicación no son mercancías como las demás resultarán quizá menos descalificados. Se juegan en ello nada menos que la paz y la guerra del futuro.
La primera “revolución mental” a emprender es meditar sobre los desafíos geopolíticos de la comunicación, y pasar de una ideología de los sistemas de información a una problemática de las comunicación; admitir que el problema principal en este sector no es la producción y difusión de un numero creciente de informaciones de toda índole, y reconocer más bien que estas industrias administran visiones del mundo y que, por tanto, son inseparables de una reflexión sobre sus condiciones de acogida. Aunque la información tenga un precio y en todas partes se convierta en mercancía lucrativa, no se reduce a esto, pues su uso va más allá de la economía. Hoy, por ejemplo, nadie niega que el terrorismo internacional se desarrolló fundamentalmente sobre la repulsa del modelo occidental. Aunque los terroristas utilicen los mismos sistemas de información que los occidentales, empezando por Internet, los emplean para cosas muy distintas. He aquí una prueba de que lo esencial no está del lado de la técnica sino del de la información y de los modelos culturales que ella transmite.

domingo, 16 de septiembre de 2007

Sobre el 11

Al parecer mucho revuelo ha causado la muerte del carabinero el 11 en la noche. Pero olvidamos que han habido otros que han muerto y por mano de los mismos, como el trabajador que acribillaron este año en el conflicto de las forestales, dejo esta foto para no olvidar, a los otros caídos, a quienes no tienen a quien culpar, y cuyos crímenes aun están impunes, muchas gracias a quien me mando el archivo.


Aquí dejo los links para descargar dos textos, el primero es de Eric Hobsbawn y se llama, ¿Adiós al movimiento obrero clásico? :




El segundo es de Althusser y se llama, Ideología y aparatos ideológicos del Estado:




Ambos están en formato PDF, y tienen que hacer lo mismo de siempre, introducir el código y presionar "Download", después esperan 45 segundos y presionan donde dice "Free Download".


Saludos.


R.D.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Artículo escrito por Phillip Adams

Phillip Adams

Articulo publicado en “The weekend Australian Magazine”[1] (25-26 de Agosto)

¿Acaso las hormigas creen estar en el centro del universo? ¿Están las abejas convencidas de que el apiario es la apoteosis de la civilización? ¿Están las termitas persuadidas de que fueron creadas a la imagen y semejanza de “Dios”? Si esto es así, estos dignos y trabajadores insectos no son los únicos que tienen una opinión superior de ellos mismos. Los humanos son más arrogantes.
A pesar de las revelaciones de Galileo – que nuestro planeta gira alrededor del sol y no al revés – los seres humanos creen que todo gira a su alrededor. A pesar de la severa lección de Darwin – de que tan solo somos una rama en el árbol de la vida – nos vemos como el pináculo de la creación. De hecho, creemos que somos su propósito. A pesar de las revelaciones de la cosmología, vemos a nuestro planeta como si estuviese en “Broadway”, y nosotros seriamos las estrellas entre las “estrellas” – en sus innumerables billones.
¿Recuerdan el calendario cósmico del astrónomo Carl Sagan? Sagan hizo una interesante analogía del universo traducido en una línea de tiempo de 12 meses. El “Big-Bang” ocurrió el primero de enero. Y aquí estamos nosotros ( nosotros” refiriéndome a todos los soles, planetas y formas de vida) 365 días después, en la víspera de año nuevo, con el reloj repicando, emocionados cantando “Llego la hora de decir adiós, decir adiós…………
¿Y cuando fue que el coro humano llego a la fiesta? Bastante atrasados, llegamos faltando solo un segundo para la medianoche. Si querido lector. Los planetas se formaron en los primeros meses del año épico de Sagan. La vida surgió de un chispazo en las semanas siguientes y los dinosaurios habían aparecido y desaparecido en Noviembre. Nosotros surgimos como un feliz accidente cuando Diciembre desaparecía – y si tomamos en cuenta los precedentes de la evolución, estamos condenados a desaparecer también, en un futuro no muy lejano, si no es por la guerra o nuestra propia pestilencia, entonces será gracias al cambio climático.
Pero parecemos estar convencidos de que todo es para nosotros y por nosotros. Olvídense de las lecciones del ADN – de que solo somos la encarnación de la insaciable energía del código genético. Estamos aquí por que Dios así lo quiso. Somos sus favoritos, podemos haber llegado tarde pero somos los primeros y los más importantes. Cuando el gran director dijo: “Luz, cámara, acción”; nos tenía a nosotros en mente. Las hormigas, abejas, termitas, bacterias, elefantes y peces son solo “extras”. Las flores, los árboles y todo lo demás – escenografía.
Lo mismo se aplica a cualquier “extra-terrestre”. Los trillones de formas de vida que podrían existir en los billones de planetas, son una ocurrencia tardía. Podemos pensar en ellos como una “creación secundaria” – termino el cual era usado para referirse a los mundos aborígenes descubiertos por los exploradores europeos.
Las religiones del mundo – esto quiere decir, “las religiones de este mundo” – impulsan la mayor parte de la vanidad humana. Que Dios ayude a esos desmerecidos planetas en los cuales Cristo no fue crucificado, o, donde Mahoma no tomo el dictado que nos dio el Corán. Si los miembros de otras creencias religiosas terrestres están equivocados (y el Papa Benedicto recientemente nos ha recordado que solo existe una sola Iglesia verdadera) que el cielo ayude a los paganos en el Paraíso.
Las vidas humanas son tan importantes que no terminan con la muerte. Podemos vivir para siempre en el Paraíso, o, sufrir un tormento eterno en el infierno. O podemos ser reciclados en otra forma de vida, a través de la reencarnación Hindú (la cual es mas cercana a la realidad del ADN) Ninguna otra criatura goza de los mismos privilegios, solo nosotros, humanos “extra especiales y “ultimo modelo[2]”. Oh, podemos comer, defecar y fornicar, cual animales sin importancia pero como Shakespeare plagiara de la Biblia – nos recuerda, “igual que un ángel”[3].
Sabemos que somos una forma de vida oportunista, se nos concedió esta posibilidad gracias al asteroide que mato a los habitantes del Edén Jurasico – pero realmente no lo creemos. La ciencia va en contra de nuestro instinto. No solo somos especiales, somos todo. Y estamos enormemente impresionados con nuestros esfuerzos. Con un esfuerzo similar al de las hormigas, gastamos millones de horas humanas empujando rocas de un lado a otro para construir una pirámide – mucho más pequeña que una colina – y lo llamamos “maravilla[4]”. Tomamos una hoja de las termitas y levantamos un montículo, el cual arrogantemente llamamos “rascacielos” – aunque en comparación con el esfuerzo de las termitas es menos impresionante. Copiamos el modelo de la colmena de las abejas, y lo llamamos corporación y le pagamos a la “abeja reina humana” un sueldo ridículamente alto.
Y así suma y sigue: nuestro increíble egoísmo, nuestra extraordinaria vanidad. Hacemos ruidos raros y nos maravillamos con nuestra música. Nos pintamos el rostro y oramos frente a plataformas de madera, hacemos reverencias graciosas y como seres sin importancia golpeamos las palmas de nuestras manos en sonido de aprobación. Rodeamos nuestras colmenas con líneas arbitrarias, las llamamos “naciones” y realizamos guerras brutales en su defensa, las cuales justificamos a través de una enfermedad mental conocida como “patriotismo”.
Todo lo que hacemos nos impresiona enormemente, sin importar cuan excéntrico o descabellado sea. Y el hecho de que a la “ex-sistencia”[5] le iba bastante bien el 99.9% del tiempo sin nosotros, y de que le ira bien en el futuro, aún no empieza a penetrar nuestras pequeñas mentes, las cuales vemos como las mas grandiosas potencias en el universo – con la excepción de Dios, a quien después de todo, nosotros hemos creado.
Las abejas son mejores, ellas saben polinizar y hacer miel.


[1] Traducido por Rodrigo Díaz. El texto original se puede descargar desde: http://www.megaupload.com/es/?d=VT8F2AJB
[2]Nota del Traductor. La palabra original en el artículo es “state-of-the-art”, que literalmente significa: estado del arte. He encontrado que la traducción mas fiel sería “ultimo modelo”, por el tono sarcástico con el cual esta escrito el artículo.
[3] N. del T. El articulo dice: “how like an angel”.
[4] N. del T. “and call it Great” dice el texto original, literalmente diria: “y lo llamamos Grandioso”. Lo he traducido por “maravilla” en alusión a las pirámides de Egipto como una de las “7 Maravillas del mundo”.
[5] N. del T. Originalmente el artículo dice: “existence” , lo he traducido de la manera escrita en clara alusión a como lo escribía Heidegger, y luego, Lacan, al menos en sus traducciones al español.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Algo de Eliseo Verón

Aquí dejo los links para descargar una serie de articulos escritos por este autor. Los textos estan en formato PDF, una vez dentro de la pagina del link, introducir el codigo verificador y presionar "download", algunos de los textos son:

Eliseo Veron - Cuerpo y Metacuerpo en Democracia Audiovisual
Eliseo Veron - El analisis del Contrato de Lectura
Eliseo Verón - El cuerpo reencontrado
Eliseo Verón - El living y sus dobles, arquitecturas de la pantalla chica
Eliseo Verón - Espacios publicos en imagenes
Eliseo Verón - Esta ahí lo veo, me habla
Eliseo Verón - Interfaces. Sobre la democracia audiovisual avanzada
Eliseo Verón - La publicidad, Mascaras y Espejos
Eliseo Verón - Prensa escrita y teoria de los discursos sociales, produccion, recepcion, regulación

http://www.megaupload.com/es/?d=24PLSKYY

Los textos son cortos, saludos.

Atte.,

R.D.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Continuación....."La Otra Mundialización", escrito por Dominique Wolton.


Por último, el receptor…

La mundialización de las comunicaciones nos obliga a pensar la cuestión de la alteridad. Esto se observa ya en materia de información política, que es el sector donde los receptores, es decir, los ciudadanos, expresan con mayor claridad sus reacciones. Durante la guerra del Golfo, en 1991, la cadena de información continua CNN difundió hasta la caricatura el punto de vista estadounidense sobre el mundo. Lo mismo sucedió tras los atentados del 11 de septiembre y durante la guerra en Afganistán. Pero la aparición de la cadena informativa Al Jazira acabó en cierto modo con ese monopolio. En todo caso, depender de Al Jazira para obtener informaciones sobre Bin Laden posibilitó a los occidentales una doble toma de conciencia: por un lado, era preciso contar con otras fuentes de información además de las estrictamente occidentales; por el otro, se debía evaluar la reacción de los receptores, en esta caso la opinión pública de los países árabes. Y mañana el problema se planteará de modo idéntico para América Latina, Asia, África.

Desde este punto de vista, un nuevo trabajo de reflexión debe ser emprendido en lo atinente a la información. Durante muchísimo tiempo los periodistas construyeron la información según lo que ellos mismos tenían por justo y verdadero, y esto con independencia de los receptores. Hoy ya no es así: el receptor se impone. Es un progreso, pero ¿hasta qué punto? En efecto, ¡si es indispensable tener en cuenta al receptor, ello no justifica montar la información según lo que el destinatario anhela escuchar! Estaría en peligro la libertad de información; pues, por definición, informar consiste casi siempre en anunciar algo que perturba. Es tarea prioritaria reflexionar sobre las necesidades de diversificar la información y sobre los límites que es necesario preservar al tomar en cuenta el punto de vista del receptor.

Sobre todo, contrariamente a lo que durante mucho tiempo se quiso hacer creer, esto significa que el receptor nunca es pasivo; de una punta a la otra del mundo, se interesa en programas diferentes.

Si la industria estadounidense de la imagen no supo en parte moldear gustos comunes, esto no vuelve innecesaria la diversificación de la oferta según las áreas culturales; incluso es muy probable que los públicos nacionales reclamen cada vez más producciones vinculadas a las identidades de orden cultural. En este terreno no sucederá lo que sucedió, por ejemplo, con la industria del petróleo. En los últimos 30 años hemos asistido a tentativas abortadas de desarrollar industrias petroleras nacionales; y la supremacía de las multinacionales anglonorteamericanas siguió siendo aplastante. Este proceso no podrá tener lugar con las industrias culturales, por la sencilla razón de que tocan lo esencial de los pueblos: los valores y las representaciones del mundo. Contentarse con tener vagamente en cuenta estas diferencias no bastará para serenas los espíritus. Mañana será preciso que el mundo se abra a los productos audiovisuales del Sur, en la actualidad totalmente ignorados por el Norte – salvo pocas excepciones -, especialmente en lo que respecta a Egipto, India y Brasil. Mientras domina el modelo de comunicación funcional, la demanda se acuña sobre la oferta. Pero a partir del momento en que se intenta pasar a una comunicación más normativa, se toman más en cuenta las problemáticas de la convivencia y la participación culturales.

Con el surgimiento del receptor, el siglo XXI debe comenzar a pensar de veras una política de la diversidad cultural. Si no hay opinión pública mundial, hay en cambio culturas. Reflexionar sobre las condiciones de recepción de los diferentes mensajes obliga a pensar la convivencia cultural, y depende de tres fenómenos de base. Primero, no hay teoría de la comunicación sin una problemática del receptor. Esto se traducirá igualmente en la necesidad de admitir la negociación y, por tanto, de lentificar el proceso de comunicación, mientras que hasta ahora sólo se hablaba de acelerarlo. Por ejemplo, la Unión Europea, que no ha parado de acelerar su construcción hasta el punto de volverla irreversible, está obligada hoy, con la ampliación de 25 estados miembro a lentificar el procedimiento para respetar mejor la diversidad de los ciudadanos. Por último, admitir la legitimidad del receptor es trastocar la jerarquía entre lo alto y lo bajo. Es, a la larga, admitir cierta igualdad, en todo caso una igual dignidad entre los diferentes participantes en las industrias de la comunicación. Tomar en cuenta al receptor es, finalmente, plantear la cuestión de la alteridad y por tanto de la convivencia, que será uno de los grandes asuntos políticos del siglo XXI.

martes, 4 de septiembre de 2007

Textos de Foucault

Aquí les dejo los links para descargar algunos textos de Foucault que no están en el link del blog, estos son:

Historia de la locura en la época clásica I: http://www.megaupload.com/es/?d=NS194OUB

Historia de la locura en la época clásica II: http://www.megaupload.com/es/?d=KEWWB768

Historia de la Sexualidad I: http://www.megaupload.com/es/?d=FFV9OBBN

Hay que introducir el código de verificación, esperar 45 segundos y luego presionar donde dice "Free Download". Los textos están en formato PDF. Saludos.

Atte.,

R.D.

viernes, 31 de agosto de 2007

Continuación....."La Otra Mundialización", escrito por Dominique Wolton.



Pluralismo y universalismo.

La mundialización de las técnicas comunicacionales fue primeramente un factor de apertura al mundo. Nunca se señalará lo suficiente la importancia de la radio y la televisión como ventanas abiertas al mundo. Más de 4.500 millones de aparatos de radio y 3.500 millones de aparatos de televisión, sin contar 1.000 millones de teléfonos celulares y aproximadamente otros tantos internautas, se traducen por fuerza en más apertura. Esta es además la razón por la cual los regímenes autoritarios desconfían de las técnicas de comunicación: basta observar los recelos de China a internet. Porque no se puede controlar ni los mensajes que circulan ni sus influencias. Si se enfatizan, con razón, los límites del modelo occidental en materia de información política, también es preciso admitir que durante más de 50 años este modelo desempeño claramente un papel fundamental de apertura a la democracia.

La apuesta fundamental no sería tan fuerte de no haber existido, desde hace un siglo, esa batalla por la libertad de información y comunicación. Dicho de otra manera, el éxito de las técnicas comunicacionales en el plano mundial aceleró la concienciación de los límites de la cultura mundial y la necesidad de preservar los vínculos entre las culturas y las industrias nacionales. Una cosa es que Occidente ya no pueda imponer al mundo, a marcha forzada, su modelo de sociedad, y otra muy distinta el que como consecuencia de ello se deba desestimar su concepción de la libertad individual y de la democracia. No tiene sentido caer en una visión sistemáticamente crítica de Occidente. No hay que ser ingenuos o idealistas en cuanto al carácter presuntamente más libre o democrático de otras sociedades u otras culturas. El respeto de pluralismo cultural no impedirá defender el modelo democrático occidental. Basta mirar un mapa, informarse, viajar, para comprender los límites del modelo cultural occidental, la obligación de atender lo más rápido posible a la diversidad cultural, pero también el escasísimo número de países democráticos que existen en el planeta y el profundo movimiento de emancipación generado por la filosofía política de Occidente.

Por otra parte, todos los principios jurídicos y políticos que permitieron pensar y organizar el concepto de comunidad internacional, dar vida a este concepto pese al conflicto Este-Oeste de ayer y a las desigualdades Norte-Sur de hoy, encuentran su fuente en el pensamiento occidental. Así pues, abandonar el occidentalismo no debe hacer olvidar que el universalismo tiene en él sus raíces. Si occidente consigue pensar cierto relativismo cultural, contribuirá también a reafirmar las raíces occidentales del universalismo. A esta empresa se abocó la UNESCO con su declaración universal sobre la diversidad cultural de noviembre de 2001. Esta declaración propone una definición muy amplia de la cultura: “La cultura debe ser considerada como el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o grupo social; (…) ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, las formas de convivencia, los sistemas de valores, las tradiciones y creencias”. Esta definición encontró resonancias en la conferencia de Johannesburgo de septiembre de 2002, donde la diversidad cultural fue presentada como la garantía del desarrollo perdurable.

Se trata, con toda claridad, de una nueva definición de la cultura, más amplia que la vinculada al patrimonio y que en cierto modo concierne a la “cultura culta”. Hoy en día, la cultura engloba todos los elementos del entorno tradicional o contemporáneo que hacen posible situarse en el mundo, comprenderlo parcialmente, vivir en él y no sentirse amenazado o excluido. Todo puede volverse cultural para construir una visión más estable de ese mundo. Y al mismo tiempo no hay cultura sin relación, apertura y a veces comunicación. La cultura se convierte, pues, en un fenómeno mucho más complejo y dinámico. Frente a la desestabilización provocada por el aumento de los intercambios, ella se mantiene como un factor de estabilidad.
La cultura siempre ha tenido estas dos dimensiones: identidad ligada al patrimonio para conservar sus raíces, apertura ligada a la historia para pensar el mundo contemporáneo. Sólo que, en un siglo, la proporción entre estas dos dimensiones ha cambiado. Hoy, la de apertura es de tal magnitud, ha alcanzado una escala tan considerable y de tan grande valoración – visible en la ideología de la modernidad -, dimensión de apertura centrada en el presente e indiferente al pasado, que es de esperar el retorno de una problemática identitaria cuyo sentido no será, a todas luces, el que tenía hace un siglo.

Es primordial para nosotros efectuar una reflexión de conjunto sobre el estatuto de la cultura. Y no es una paradoja menor el que deba acreditársela al profundo movimiento de mundialización de las comunicaciones. Por otra parte, podemos indicar tres etapas en el proceso de apertura de la comunicación y la cultura. La mundialización de las técnicas fue al principio un formidable agente de apertura, desde el teléfono hasta la radio, la televisión, el ordenador. En la segunda etapa, donde hoy nos encontramos, las diferencias culturales deben ser objeto de una atención particular. La tercera etapa corresponde a la toma de conciencia de los límites que es preciso imponer a dicha mundialización. Las reacciones en contra son suscitadas por una visión demasiado occidental, en especial estadounidense.

martes, 28 de agosto de 2007

Continuación....."La Otra Mundialización", escrito por Dominique Wolton.



Funcional y normativo

El proceso de racionalización y hasta de dominación cultural impuesto por Occidente, ¿es ineluctablemente fuente de contradicciones? ¿Es fatal el conflicto entre las dos dimensiones contradictorias de la modernidad, movilidad y velocidad por un lado y necesidad de identidad y cultura por el otro? No, y ello por una simple razón. Si la cultura y la comunicación hacen el meollo de las industrias mundiales, con el creciente riesgo de contradicciones son también valores de base del humanismo occidental. Justamente esta dimensión de los valores permite oponerse a la exclusiva lógica de instrumentalización de la cultura y la comunicación. Es como la democracia: siendo imperfecta, se la desvirtúa cotidianamente, pero los valores en nombre de los cuales se la construye permiten sacar a la luz sus desviaciones. Dicho de otra manera, aun si las industrias culturales y de la comunicación perciben tan sólo un mercado potencial de 6.000 millones de individuos, el ideal de emancipación subyacente en el seno de la cultura y la comunicación proporcionará, en el futuro, las armas para luchar contra la reducción de una y otra a una simple lógica industrial. Y, en consecuencia, por un mayor respeto de las diferencias culturales.

El término fundamental es margen de maniobra. La cultura y la comunicación pueden estar tanto del lado de los valores como de los intereses, de la racionalización como de la emancipación, de la lucha política como de la economía de mercado. Por otra parte, si estuvieron muchas veces del lado de los poderes militar y político – de lo cual la historia nos ofrece múltiples ejemplos – o del poder económico – tal como se observa hoy con la mundialización - , también han sido lugares de resistencia. Para dar cuenta de esta ambivalencia, yo sostengo que existen dos dimensiones en la información, la comunicación y la cultura.
La dimensión funcional remite simplemente al hecho de que, en la sociedad, todo se intercambia. La interdependencia es creciente, pero la transmisión, la difusión y el intercambio pueden ser actividades carentes de ideal. Es funcional lo que presta un servicio. A la inversa, la dimensión normativa remite a un ideal, ideal de reparto, comprensión intercambio con el otro en el sentido de comunión, que hacen también al meollo de la actividad humana y social. En la información, la comunicación y la cultura existe siempre esta dualidad por la que ambas dimensiones – y en esto reside su excepcional interés – se han conjugado. El ideal nunca está lejos de la necesidad. De ahí que exista un margen de maniobra.

He señalado ya esto en mis trabajos precedentes. Asimismo, cuando hablo de “sociedad individualista de masa” intento dar cuenta de la existencia de dos valores contradictorios tan importantes el uno como el otro, y que coexisten: el de la libertad individual y el de la igualdad. Cada uno de nosotros quiere a la vez la libertad y la igualdad. Si la información y comunicación pueden estar del lado de la normatividad y de la emancipación, pueden también detenerse en la sola dimensión funcional y generar desigualdad, dominación. El interés de la modernidad como concepto central de nuestras sociedades está en que admite las aspiraciones opuestas de los individuos y en que procura tolerarlas. Somos a la vez individualistas e igualitaristas; miembros de comunidades pero asignados a una sociedad, ciudadanos europeos y enlazados finalmente a una identidad nacional. Perseguimos otras relaciones individuales y defendemos la pareja y la familia; estamos abiertos a las culturas del mundo y somos fieles a las raíces culturales regionales o nacionales, amenazadas por la mundialización. Dicho en otras palabras, las sociedades occidentales tienen dificultad para elegir entre la fascinación por la apertura, la velocidad, la cultura de los otros, el fin de las coacciones, una especie de anarquía individual, y por otra parte un profundo apego a las tradiciones históricas e institucionales. Nuestra identidad cultural y nuestra aspiraciones de comunicación son plurales y contradictorias.
Reaparece aquí la complejidad de la cultura y la comunicación. Ambas son vectores de emancipación, matriz de industrias florecientes y al mismo tiempo vías para un retorno identitario. Esto explica la batalla por la diversidad cultural emprendida desde que se estableció el Acuerdo multilateral de inversión (AMI) de que es hoy heredero el movimiento antimundialista, o las tensiones en el interior de la Organización Mundial de Comercio. Si comunicación y cultura no fueran siempre portadoras de esta doble dimensión, no habría enfrentamiento. También por este motivo no habrá Big Brother, no habrá poder totalitario ejercido desde las redes. Las industrias culturales pueden imponer modas, pero no controlan culturas. Las colectividades y los pueblos son capaces de resistírseles, aun si esto no es inmediatamente visible.

Yo creo, desde luego, junto con los marxistas, que las industrias culturales se pondrán, a la larga, más del lado de la dominación que de la emancipación pero, a la inversa, no me parece que los pueblos e individuos estén alienados por su causa. Se encuentra sojuzgados, sin duda, pero existe efectivamente un margen de maniobra. ¿Cómo hacerlo valer? Recordando siempre la dimensión normativa de la cultura y de la comunicación, que permite impugnar su dimensión funcional, desenmascarar las ideologías técnicas, criticar a los mercaderes del templo, emprender el combate por los derechos de autor, insistir en el desafío de la regulación internacional de Internet, subrayar el papel básico de lazo social desempeñado por los medios de comunicación, justipreciar el servicio público que prestan, enfatizar las identidades culturales nacionales frente a la cultura mundial…

Sospechamos que estas acciones darán lugar a muchos enfrentamientos. Las industrias culturales, en su expansión, apelarán a la dimensión normativa de la cultura y la comunicación para ampliar mejor sus mercados. Pero esta misma ambigüedad les impedirá reducir por completo los valores respectivos a simples instrumentos. Será siempre posible apoyarse en las referencias normativas para combatir las derivas comerciales.
A condición, evidentemente, de desarrollar lo antes posible una lógica de conocimiento, es decir, una capacidad crítica frente a las promesas de la industrias culturales mundiales que pueda poner de resalto la diferencia entre los valores de emancipación, libertad y creación, inherentes al ideal de la comunicación, y la realidad de los hechos. En un sentido, la ambivalencia de la cultura y la comunicación es el aliado más valioso para la reflexión crítica sobre los desafíos de la mundialización.

Esto es lo que se comprendió con la reciente crisis del Nasdaq. Al reventar, la burbuja especulativa hizo más evidente el exceso de promesas de la cibersociedad. Si, conjuntamente con la crisis económica, no hubiese habido conciencia del carácter específico de este sector, no se habría asistido a un vuelco tan rápido de la opinión ante lo que se ensalzaba todavía ayer, a saber: las “promesas” mundiales de las técnicas de comunicación.

viernes, 24 de agosto de 2007

Continuación....."La Otra Mundialización", escrito por Dominique Wolton.


Movilidad e identidad

Movilidad e identidad son las dos caras de la modernidad. En la hora presente, buscamos tanto afirmar nuestra identidad como conducir nuestra movilidad. Es el mismo fenómeno que plantea la comunicación. Más comunicación, más intercambio, más interacción hay, y por tanto más movilidad, y más necesaria es la identidad, de modo simultáneo. Lo que es valedero en el plano individual lo es también en el comunitario y en el social. Ahora bien: el modo de concebir las nociones de identidad y movilidad no es el mismo en todas partes.
Puesto que la problemática identitaria se instaló hace ya mucho tiempo en la cultura occidental, el incremento de la movilidad tuvo lugar en ella de un modo apreciablemente sencillo. Las cosas son muy diferentes en el Sur, que se disgrega identitariamente pues le cuesta resistirse a la modernidad del Norte y debe realizar sus propias mutaciones. Ahora bien, aun antes de que aparecieran las técnicas de comunicación, la modernidad ya había dañado seriamente los marcos tradicionales de estas sociedades, volviendo más crítica la cuestión identitaria.
Cuanto más circulan los individuos, cuanto más se abren al mundo participando en la modernidad y en una suerte de “cultura mundial”, más necesidad experimentan de defender su identidad cultural, lingüística y regional. Queremos a la vez la UMTS – tercera generación de teléfonos celulares que hará posible la interactividad, la interoperatividad, la movilidad – y conservar las raíces, el territorio, la identidad. Los individuos necesitan las dos cosas, es decir, comunicación y cultura, entendida esta en su sentido amplio de valores, tradiciones, símbolos, lengua… No hay nada peor que reducir lo moderno a la movilidad, olvidando ese fuerte requerimiento de identidad. En oposición a cierto discurso sobre la mundialización que considera el “cosmopolitismo”, el mestizaje y otras “mezclas” como pruebas de la “superación de las identidades”, por mi parte pienso que, para amortiguar el choque de la apertura al mundo, hacen falta raíces. Digamos sí a la mundialización, a todas las formas de apertura, con tal de que, simultáneamente, se refuercen las identidades.
Se comprende bien entonces por qué los países desarrollados no tienen la misma percepción de la mundialización que los otros: sencillamente, por que ella no amenaza su identidad. Si todo es relación, comunicación y movilidad, es porque además existe una identidad cultural. Que es el caso en el Norte mucho más que en el Sur. Encontramos aquí uno de los contrasentidos de la modernidad al que nos referiremos más adelante: confundir la necesidad de movilidad, de intercambios, de libertades, de interacciones, con la necesidad de identidad y cultura. Es al revés. No hay que optar, hay que hacer las dos cosas al mismo tiempo. Es muy importante recordar esto pues, en la hora de la mundialización, rige buena parte de la reflexión sobre las apuestas sociopolíticas de las relaciones entre comunicación y cultura.
En otros términos, hay quizás una mundialización de las técnicas y las industrias en materia de información y comunicación, pero no hay comunicación mundializada. Asimismo, hay industrias culturales mundiales, pero no ha cultura mundial. En última instancia, nunca hay otra cosa que excepciones culturales, pero la cultura dominante puede imponer su excepción cultural a las demás. El mismo mensaje enviado a todos no es recibido de la misma manera en todas partes. Por esto, contrariamente a lo que temía la escuela de Francfort (cosa comprensible, por que sus miembros acababan de vivir la llegada de Hitler al poder), la radio y luego la televisión, pese a su condición de medios masivos, no fueron instrumentos totalitarios. Cuanto más mensajes hay, más prevalecen las condiciones culturales de la recepción.
Internet ilustra esta ambigüedad, que puede terminar produciendo un efecto de boomerang. Occidente cree, ingenuamente, que la red va a unificar al mundo, como lo vio antes la información a través de la CNN y en un sentido que es, a las claras, el suyo.
Puede que esto sea posible en lo referido a la economía pero, a medida que la red se extienda, numerosas culturales tendrán la sensación de ser expropiadas, de no poder reconocerse en ese modelo cognitivo. Lo cual puede generar angustia, o agresividad, sin duda las dos cosas. El Sur se insurgirá contra esta colonización mental en nombre de sus culturas e identidades. Presentada como la herramienta de una “comunicación mundial” en red, símbolo de la movilidad, al dejar de lado la cuestión aparentemente “superada” de las identidades culturales colectivas, Internet puede determinar, pasada la etapa de la euforia, un profundo sentimiento de expropiación de sí mismo. Internet y el conjunto de las técnicas de comunicación serían equiparados entonces con el imperialismo cultural occidental y generarían reacciones violentas de las que numerosos ejemplos salpican la historia de los últimos 30 años, en los que se exacerbaron las cuestiones de territorio así como los irredentismos culturales y religiosos.
Occidente, origen de esta lógica de la comunicación mundializada, no puede contraponer la “modernidad” de su postura a costado “arcaico” de las reacciones culturales e identitarias del Sur, pues es la única parte del mundo en la que existe una suerte de relación complementaria entre modernidad e identidad. Y, en 50 años, la rueda giró. Las otras culturas perdieron sus complejos respecto de Occidente y hoy anhelan acceder la “revolución” mundial de las técnicas de comunicación, aunque conservando sus propias ideas y valores.
Arribamos así al nódulo del tema que nos ocupa: a la hora de la mundialización de las industrias comunicacionales, ¿en qué condición organizar la convivencia pacifica de las culturas? O bien se logra enlazar de manera satisfactoria comunicación, movilidad, identidad y cultura, o bien se subestima la complejidad del problema y cabrá esperar entonces nefastas consecuencias para la identidad. La modernidad, como concepto central de nuestras sociedades, sólo presenta interés si admite las aspiraciones contradictorias de los individuos. Queremos ser a la vez individualistas e iguales y pertenecer a grupos y comunidades, pero al mismo tiempo mantenernos solidarios de una sociedad, ser ciudadanos europeos pero permaneciendo ligados a nuestra identidad nacional, promover otras relaciones individuales y ser fieles a la pareja y la familia, abiertos a las culturas del mundo, apegados siempre a nuestro terruño…
La fascinación por la apertura, el exotismo, la velocidad, la movilidad, la cultura de los otros, el ocaso de las reglas coactivas así como una suerte de anarquía individual, no contradicen el lazo con las tradiciones, las historias, las instituciones. Por otra parte, adivinamos que, cuanto más se rechazan los valores sociales, culturales, tradicionales en nombre de una modernidad “racional”, más insisten estos en volver. El símbolo más clamoroso de ello es quizá la religión. Las grandes religiones son impugnadas a causa de sus dogmas, que entran en competencia con los valores de la modernidad; y al mismo tiempo la búsqueda de espiritualidad se intensifica, pergeñando nuevas prácticas religiosas. Más fuerte que hace 50 años, el sentimiento religioso rechaza en este momento los lazos con los dogmas y la teología.
Nuestra identidad cultural y social es hoy plural y contradictoria. Y cuanto más caen los tabúes, las prohibiciones, más cambian las conductas y más se instala la perturbación. No es que las tradiciones vuelvan realmente, sino que la nostalgia de estos valores irriga una modernidad que se busca a sí misma, con mayor razón por haber triunfado y no tener ya adversarios. ¿Quién no es moderno, hoy?

miércoles, 22 de agosto de 2007

Entrevista a Sonia Montecino realizada por Oscar Contardo.


SONIA MONTECINO, Antropóloga.
" LAS HUACHAS: la alegoría de una violencia nueva"

Por Óscar Contardo.
En la nueva edición de "Madres y Huachos" de Sonia Montecino se incluye el femicidio. Para ella más que un problema de nomenclatura legal es un problema cultural.

En 1991 Sonia Montecino publicó "Madres y huachos: alegorías del mestizaje chileno", un libro de antropología lo suficientemente cercano a la experiencia cotidiana de cualquier chileno como para ir más allá del interés académico y transformarse en un éxito editorial y de crítica. Mestizaje, marianismo, ilegitimidad eran aristas de la identidad nacional que durante los 90 comenzaron a tener una repercusión pública que antes no habían tenido. La antropóloga está a punto de lanzar la cuarta edición de "Madres y huachos" (Catalonia), libro que fue galardonado por la Academia de la Lengua el 92. La nueva edición ampliada incluye una reflexión sobre la violencia en contra de la mujer, un tema que ha cobrado vigencia. Muchas cosas han cambiado desde la primera edición de "Madres y Huachos".

Sonia Montecino dejó la Facultad de Ciencias Sociales de la U de Chile para asumir la dirección del Archivo Central de la misma casa de estudios. Un archivo tan importante como desconocido que entre otras colecciones tiene la biblioteca que perteneció a Pablo Neruda. El hombre que prefería a las mujeres calladas y ausentes. La autora de "Madres y huachos" y "Mitos de Chile" (Premio Altazor 2005) es la primera mujer en ocupar la dirección del Archivo Central de la Chile. También podría ser la primera en obtener el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales que se entrega este mes. Es una de las candidatas junto a la filósofa y columnista de Artes y Letras Carla Cordua.

-Cuando se lanzó Madres y Huachos la ley distinguía en Chile entre hijos legítimos e ilegítimos. Eso ya no sucede más. ¿Han cambiado mucho las circunstancias en estos años?

"Sí. Uno de los cambios fundamentales tiene que ver con la función simbólica de la ley (de filiación) que como discurso social dice que todos los hijos son iguales. Ése es un cambio importante. Lo que no cambia es que el tema de la paternidad sigue siendo culturalmente muy similar. Cuando analizas las estadísticas ves que la cantidad de hijos que viven sólo con su madre o con la familia de la madre es altísima. Eso significa que los hijos están en un estatuto de igualdad, no obstante la paternidad no se transforma. Un síntoma es que los tribunales de familia están colapsados con las demandas alimenticias. Por un lado cambió la ley como discurso simbólico, pero no ha habido transformaciones en las prácticas reales de paternidad".

-En esta edición se incluye un apartado sobre las huachas. ¿Es realmente un tema distinto al de los huachos?

"Sí. Cuando yo trabajé el tema de las huachas mujeres en la primera versión lo hice planteando que para ellas el tema de la identidad no era un problema, entendiendo que las mujeres veían la identidad materna como algo completamente asumido: su destino era ser madre. Sin embargo, lo que ha ocurrido en las últimas décadas -Chile tiene la tasa más baja de la región en inserción laboral femenina- es la incorporación de la mujer al trabajo, ampliándose las posibilidades de identidades distintas a la de ser madres. Las mujeres ingresan al espacio de lo público, pero no hay una transformación social de esos espacios. Entonces se provoca una tensión y un conflicto con estas identidades maternas; y la noción de huachas es de una ilegitimidad simbólica. Son las mujeres que entran a este mundo público de una manera ilegítima".

-Pero hay espacios más difíciles que otros...

"Sí. La política y las distintas instancias de poder son los más difíciles. Una de las consecuencias del ingreso de las mujeres a esos lugares ha sido el femicidio".

-¿Existe mayor violencia o es que ahora se denuncia más?

"Se denuncia más, pero si hablamos de femicidio efectivamente ha habido aumento. Las estadísticas son claras. Y no es extraño. En nuestra cultura funcionamos con dos modelos: el del estatus, que es un sistema que construye la mujer en tanto objeto de deseo y tiene que ver con su cuerpo y con su maternidad. En ese modelo del estatus la mujer es madre esposa, hija o hermana. Pero resulta que hay otro sistema que funciona en el mundo del trabajo, que es el modelo del contrato, que nos dice que somos todos iguales. Entonces hay un choque entre el sistema del estatus y el del contrato. Entre un modelo de la diferencia y uno de la igualdad. Eso difiere en cada sociedad. En Francia, por ejemplo, ideas como ciudadanía e igualdad están internalizadas a través de la historia y se viven tanto en la familia como fuera. Pero en Chile la idea de igualdad en términos sociales son derechos nuevos, que aparecen muy recientemente. Ése es el choque más complejo, entonces la violencia se produce en ese punto".

-¿Y ese choque explicaría el aumento de los crímenes contra mujeres?

"Sí. Una antropóloga brasileña comenzó a trabajar el tema en México en donde existen casos de violencia de pandillas organizadas que asesinan mujeres. Eso es diferente a lo que ocurre aquí en Chile, en donde los crímenes son a nivel de pareja. A los pandilleros les preguntaban las razones para matar mujeres, explicaban que les molestaba algo: su manera de vestir, su conducta, sus costumbres. Los pandilleros decían: "¿Cómo no las íbamos a matar si hacían esto o esto otro?'

-¿Cuándo se comenzó a hablar de femicidio?

"Hace unos ocho años atrás. La expresión original es feminicidio y la acuñó la antropóloga mexicana Marcela Lagarde para señalar este tipo particular de crímenes cometidos por grupos de hombres, de pandillas en contra de mujeres que se escapan de los moldes tradicionales".

-Pero eso no sucede aquí...

"Pero obviamente hay algo que culturalmente está ocurriendo. Porque si se tratara de un simple conflicto de pareja, ¿por qué no son las mujeres las que están matando a los hombres? Yo he seguido el debate en las cartas de El Mercurio y puedo decir que en los últimos crímenes contra mujeres no se trata de conflictos de pareja o familiares. En estos casos de asesinatos hay un conflicto de género. Mi hipótesis, la que sostengo en la nueva edición, es que va a haber un aumento de la violencia en contra de las mujeres en distintos niveles. Precisamente por este choque entre el sistema de estatus que se vive en el ámbito doméstico y el modelo de contrato del ámbito público".

-¿Y cuál es el sentido que tienen las políticas públicas sobre el tema?

"Las políticas públicas van a lo público, no a lo doméstico. El mundo de lo doméstico está desvalorizado, y lo que se valoriza es el mundo de lo público, entonces la identidad se construye en el mundo de lo público. Se supone que si la mujer se incorpora al trabajo crece el país, se moderniza, etc. Pero eso genera conflictos en el ámbito de lo doméstico. Las mujeres que se quedan en lo doméstico viven una desvalorización de lo que hacen y a la vez tienen un cierto prestigio al interior de ese espacio por ser madres. Los problemas y las depresiones aparecen porque todo les dice que lo que vale es el mundo de lo público y no el doméstico. Las mujeres justifican su permanencia en el ámbito de lo doméstico con la idea de dar afecto, de que el trabajo en casa es una manera de expresar afecto. Cocinar, lavar planchar tiene una dimensión afectiva para las mujeres, una dimensión que no aparece en los hombres porque culturalmente no están preparados para eso".

-¿Cómo han resuelto la situación los países que han abordado el tema de la violencia contra la mujer desde esa perspectiva?

"Se han elaborado políticas que apuntan a solucionar los conflictos en el mundo doméstico. Es fundamental hacer una relectura del mundo de lo doméstico, que pasa por revalorizar este espacio. Porque si continúa la tensión entre un mundo público, en donde sí se obtiene reconocimiento, y uno doméstico, en el que no, las mujeres van a seguir viviendo en conflicto".

Madres y Huachos: alegoría del mestizaje chileno. Sonia Montecino Editorial Catalonia.

EN CIFRAS: La participación laboral femenina en Chile es del 37,5 %. Según Flacso, anualmente en Chile el promedio de mujeres asesinadas es de 70. En 1998 la ley igualó a los hijos. De los 261 mil 117 niños nacidos en 1997, el total de niños clasificados ilegítimos era de 114. 399.