viernes, 13 de febrero de 2009

Continuacion...."Sobre la informacion"





Flujo/Información: Zonas

Señor Burns


“Bien, es hora de ganarse el aprecio de esos detestables imbéciles.
Primer paso, formar un imperio de medios”[1].


Retornemos a los flujos de información. Recordemos que se ha producido un cambio de la lógica de la representación a la lógica de la repetición. Y siendo así, tienen que haber cambios en las lógicas políticas en las cuales se soportan. Scott Lash expresa con claridad que serían tres cambios fundamentales. Lo nacional se cambia por lo global, de lo industrial se pasa a la lógica de la información, y de lo social se pasa a lo cultural. La representación se caracterizaba por lo nacional, lo industrial y lo social, como políticas de soporte. Hoy en día, la lógica de la repetición se caracteriza por lo global, la producción “informacional” y lo cultural, como políticas de soporte. Abordemos estos puntos brevemente:

· Nacional/Global: tanto en economía como en política y cultura lo central es la globalización, el multiculturalismo, el cosmopolitismo. Cada vez más naciones distintas firman acuerdos económicos entre sí. El ejemplo básico es el “TLC”. Las políticas se basan en las relaciones exteriores y en el Derecho Internacional. El ejemplo básico son las leyes migratorias que se han y están estableciendo, a nivel planetario.
· Industrial/Informacional: la producción adopta un carácter informacional. El ejemplo básico es el “software informático”. Los medios de producción se vuelven cada vez más tecnológicos, y paulatinamente se han desligado de los trabajadores. Esto no quiere decir que la producción industrial ha desaparecido, sólo indica que la producción se ha concentrado, cristalizada en la información – de ahí la “informacionalización” -, y su soporte es la tecnología. Y como hemos visto la información fluye dispersa y fragmentada. Por lo tanto, la producción también lo es. El poder puede a través de lo global y lo informacional conseguir la mano de obra más barata en cualquier parte del mundo y apropiarla.
· Social/Cultural: hemos afirmado con anterioridad que la llamada “crisis de la instituciones” se debe, en parte, a que ya no hay aparatos ideológicos del Estado, sino “aparatos remotos culturales”. Ya no se “vuelve a poner en la agenda las normas sociales y procesales, sino lisa y llanamente los valores culturales”[2]. En los flujos de la información encontramos, hoy más que nunca y repetitivamente, bienes simbólicos y culturales. Las crisis de las instituciones se deben a que sus estructuras no necesitan de las viejas formas de represión[3], el control se ha sofisticado, conformándose con seguir las huellas con que producen a los sujetos.

Si lo social es ahora lo cultural, ¿Cómo afecta esto a los movimientos sociales? No es ninguna novedad que los “nuevos movimientos sociales” se han fragmentado en focos de resistencia, no hay un trascendental que les de sentido. Cada nuevo grupo social está centrado en la reivindicación de un fragmento, de un nicho; el nicho en el cual el nuevo movimiento social es inscrito. A veces la denominada “anti-globalización” parece apropiarse de los nuevos movimientos sociales fragmentados pero estos no se dejan inscribir bajo ella. Son más rápidos, no lineales y se caracterizan por la formación en redes informales, al contrario de una jerarquía rígida, donde lo afectivo es la regla. Otra característica es que en ellos, en los nuevos movimientos sociales, los “medios” y los “fines están encarnados. Recordemos, como hemos visto antes en la teoría y praxis. No hay reglas de acción, sino valores culturales apropiados. Los nuevos movimientos culturales se asemejan mucho al funcionamiento de los “colectivos”, una especie de “colectivos culturales políticos” que se reflejan por los flujos de la información. En este sentido, su función se asemeja al de la “secta”, más que a la “comunidad” social. La constitución de nuevos movimientos sociales, al estar fragmentada, constituye pequeños grupos, caracterizados por la movilidad y flexibilidad de sus lazos constitutivos. Un lazo cultural, no social, que está mediado por la interfaz tecnológica, por lo tanto, altamente impersonal, informal y a distancia. Y aun así es intensamente afectivo. Su duración es efímera, y por lo general son fáciles de disipar. Muestra de ello son las migraciones. Ciudadanos que cambian de país y se convierten en formas culturales tecnológicas de vida, chicas y flexibles pero que son inscritas en valores y lazos afectivos. La comunidad chilena, por ejemplo, en Australia, en Suecia, en España, y así sucesivamente (entre otros). Muestra de ellos son, como hemos dicho, los nuevos movimientos sociales (culturales).

Por ejemplo, el “Comunismo Libertario” (Kropotkin), también conocido como “Anarco/Comunismo”, “Comunismo Anarquista” o “Comunismo Libre”, etc. El Anarco/Sindicalismo (Malatesta), “Sindicalismo Revolucionario”. Socialismo libertario (Bakunin) o el Anarco/Individualismo (Max Stirner). El Anarquismo/Mutualista (Proudhon) o el federalismo anarquista, el feminismo libertario, el Anarco/Pacifismo, etc., por nombrar algunos. Actualmente los nuevos movimientos culturales funcionan como “escuelas”, como sectas, como colectivos. Por lo menos esto es lo que podemos apreciar de las distintas ramas del anarquismo, movimiento cultural y político. Quizás el factor cultural queda expuesto con mayor claridad si visualizamos los símbolos culturales de los “colectivos”. Como sea, los nuevos movimientos sociales son formatos políticos en la actualidad, no importa que tan fragmentados estén o lo efímero de su constitución y la fugacidad de su duración. Y es muestra de cómo se despliega la resistencia desde las culturas tecnológicas. En palabras de Scott Lash: “Estas formas sociales intensivas de menor escala pueden constituir (…) la base de una cultura política verdaderamente radical”[4].
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Veamos a continuación cuáles son las “zonas” por las cuales fluye la información. En los flujos de la información, más que la explotación, se juega la exclusión como forma visible de desigualdad. Porque, recordemos, los flujos son globales. Por lo tanto, la desigualdad se juega en el “acceso a la información”, y a la vez, en la utilidad que hacemos de la información que fluye. Y el acceso de la información, hoy en día, depende de la “zona” de los flujos de información. Cuando la zona por donde fluye la información es “intensa” podemos hablar de “zonas vivas”. Y cuando los flujos son intensos, son sólidos, pero elevados en el aire, como hemos dicho con anterioridad. Por lo tanto, resulta pertinente hablar de “zonas (vivas) domesticadas”. Cuando los flujos son intensos pero no sólidos podemos hablar de “zonas (vivas) silvestres”. Así como hay zonas vivas, también encontramos “zonas muertas”. Ambas se refieren al espacio en el que se da el flujo de información, se refieren a la manifestación de los flujos en zonas, donde puede o no haber flujos. Por otro lado, las “zonas domesticadas y silvestres” se refieren a los espacios identitarios, es decir, a la utilidad que los usuarios realizan de la información a la cual pueden acceder, dependiendo de la zona socio/espacial donde se encuentren.

“Zonas: Vivas/Domesticadas”: en ellas el espacio identitario en cierto sentido es constante. En ellas podemos encontrar a la “supraclase”, cuya particularidad es el capital informático, la clase media-alta que representa el cambio de lo industrial a lo informacional. La identidad es constantemente “vivida”.

“Zonas: Vivas/Silvestres”: por ella fluye el capital cultural. Son zonas característicamente relacionadas con Universidad, intelectuales, escuelas de arte, de cine, de danza, música, etc., por nombrar algunas. Los flujos de ideas, como de información son acelerados. En esta zona, el espacio identitario es inestable. La identidad es constantemente formulada.

“Zonas: Muertas/ Domesticadas”: la más conservadora de las zonas de flujo de informaciones. En esta zona el espacio identitario es amenazado por los flujos globales de información, porque la identidad es tradicional. La identidad es constantemente defendida. Estas zonas son caracterizadas por la vida del campo, las pequeñas ciudades y comunidades interestatales que se encuentran lejos del centro del flujo de la información.

“Zonas: Muertas/Silvestres”: caracterizada por la movilidad, esta zona está integrada por todas las minorías migratorias que se producen en la actualidad. El espacio identitario es fluido y disperso. La identidad es constantemente multicultural. Es la infraclase, la mano de obra barata inmigrante de otras naciones, en Estados Unidos, los mexicanos, en Chile los peruanos, y así sucesivamente.

Encontramos de esta manera en las zonas vivas y domesticadas a la “supraclase”, aquella elite integrada a los flujos de información, y con un conocimiento bastante amplio sobre ellos. La “supraclase” es la elite que circula en los beneficios de la globalización económica e informacional. Esta elite es genérica, porque encuentra semejanza en el exterior (la elite del arte de Nueva York tiene más en común con la elite del arte francesa y así sucesivamente). Esta “supraclase” como elite global tiene un espacio identitario estable pero exteriorizado, tanto en los mercados internacionales, como en la similitud entre las elites a nivel global. Esta elite, esta supraclase, como hemos visto, es global y no nacional, informacional y no industrial, cultural y no social. La supraclase se incluye y se identifica a sí misma, en la dispersión de la información, en los flujos globales de la misma. Esta elite se autoexcluye del resto, en especial de lo nacional, y la autoexclusión de una elite global es la exclusión forzada de miles y miles de individuos y personas. La infraclase es excluida de manera violenta y forzosa. De esta manera las masas de inmigrantes son reducidas a esta infraclase. Y no sólo los inmigrantes, en parte, y con la precarización y flexibilización todos formamos parte, en potencia, de esta infraclase, en cierto sentido todos somos desempleados en potencia. Bueno, todo lo anteriormente expuesto pretende establecer los trazos de la cultura global de la información. Los individuos dentro de esta cultura global de la información pueden moverse a través de las zonas de flujos de información, mientras más al centro del torrente, menos diferencia habrá. Las mayores diferencias y desigualdades se encuentran, por supuesto, en la periferia. La informacionalización trae consigo un enorme excedente de exclusión, determinado en el acceso a la información y en el uso que los individuos realizan del mismo. “Estamos ante un poscolonialismo del movimiento, la contingencia, de los flujos, de las articulaciones y las desarticulaciones, de los objetos y los sujetos, de las comunicaciones. Un orden de la información que es al mismo tiempo un desorden: una dialéctica crónica de desorden, reordenamiento y nuevo desorden.[6]

Por tanto, ¿Qué queda entonces para el desarrollo cultural? Pues bien, los cambios en la cultura global de la información se dan, como hemos visto anteriormente, bajo una suerte de “reformateo” constante y acelerado. “No parece seguir los ritmos, la temporalidad del tiempo homogéneo de los relojes, el tiempo de los ciclos económicos y las olas prolongadas.[7]” El “reformateo” funciona como un asunto de constante olvido y al mismo tiempo, un asunto de constante aprendizaje. “En efecto, disuelve instituciones con igual o mayor frecuencia que se apoya en ellas para construir. Desintegra y reconfigura bloques de poder en vez de construir a partir de sus cimientos o aprender de ellos. En rigor, tal vez no tenga mucho sentido hablar de desarrollo cultural[8][9]. La temporalidad de los cambios en la cultura global de la información no sigue los patrones tradicionales, más bien se basa en el flujo de imágenes e ideas de manera confusa, sin un horizonte trascendental claro, -como hemos visto- en los nuevos movimientos sociales (culturales). Lo central no es el discurso o la metanarración ideológica, sino más bien, el cúmulo de símbolos culturales, ya sean cargados o vaciados de politicidad[10].

Veamos por tanto, la importancia de los símbolos culturales, brevemente. Por un lado nos encontramos con símbolos culturales cargados afectivamente, los cuales se configuran en “prácticas simbólicas. Por otro lado, los símbolos vaciados son semióticos, no se configuran en las “prácticas simbólicas”. Los signos se configuran en referencias, a marcas[11] y objetos, son diferentes a las prácticas simbólicas. La cultura global de la información no se rige por los símbolos locales, símbolos encarnados en prácticas. La cultura global de la información se rige por signos globales, y por lo tanto, semióticos. Un ejemplo de ello lo podemos encontrar en la música pop. La agrupación de música, actualmente, es conformado por integrantes, los cuales pueden aportar numerosos signos semióticos, otrora signos culturales, e incluso de las subculturas. Así, un integrante de una banda de música puede tener los “dreadlocks” característicos del reggae, otro puede tener los ojos delineados, característicos del “New Wave” de los ochenta, otro puede tener los pantalones rasgados y el “look” del punk, y otro puede tener la chaqueta de cuero y el “look” de los rockeros, por sólo nombrar algunos. Sin embargo, la importancia en la conjunción de estos signos semióticos es que ninguno representa la carga afectiva de subversión y rebeldía que les caracterizaba. Hoy esta conjunción se conoce como la tendencia o el estilo del “radical chic”[12]. “El inconveniente, en el orden semiótico global[13], estriba en que la cultura se ha apartado de la práctica”[14]. Y esto se debe en parte a que: “la cultura misma queda sometida a la lógica de la acumulación”[15]. La cultura se ha convertido por tanto en un cúmulo de signos semióticos que, al igual como hemos visto con el arte, se vuelven productivos para el poder mismo. Las prácticas simbólicas características de las culturas tradicionales, se vuelven “habitus” en el sentido que Bourdieu planteara; las culturas se vuelven “estilos de vida” que encontramos en las páginas de revistas comerciales bajo el rótulo “Lo oriental se vive en Ripley”, por poner un ejemplo básico. Si la cultura es sometida por la lógica de acumulación, entonces es factible, hoy más que nunca, hablar del flujo de capitales culturales, que como dijera Boudieu son parte constitutiva del “habitus” de los individuos – sin dejar de lado el capital económico por supuesto.

Volvamos ahora, para cerrar este punto, a los nuevos movimientos sociales. La cultura política de estos ya no se encuentra en los derechos de la sociedad civil nacional, como hemos visto, lo central son los derechos internacionales globales[16]. “No está constituida por asociaciones, sino por sociaciones mucho menos formales y con lazos más afectivos. Las asociaciones se basan en los individuos y la membresía. Las sociaciones se basan en el reconocimiento mutuo y no en la membresía sino en la pertenencia”[17]. Las sociaciones pueden ser la característica de Estados Unidos, pero en la periferia, en Latinoamérica, estas formas debemos reconocerlas, de preferencia como “colectivos”. De esta manera sería más pertinente hablar de “colectividades virtuales” en vez de “comunidades virtuales”. Las colectividades virtuales que reconocemos en Internet funcionan según las características de las “sociaciones” de Lash. Son menos formales que las comunidades, su lazo afectivo es intenso, y se basan en la pertenencia a un grupo, pequeño, móvil, por tanto a una colectividad, no a una comunidad – en donde lo primordial es la membresía a ella. Las “colectividades virtuales” de Internet, se basan en “el lazo afectivo, la innovación de significados rituales y compartidos, el reconocimiento basado en la coproducción de horizontes”[18]. Los nuevos movimientos sociales se forman con mayor claridad en las “zonas silvestres” de flujos de información; zonas en donde el espacio identitario es más inestable que en las zonas domesticadas de flujos de información, las cuales ya hemos descrito. En resumen, “La cultura informacional global y la lógica de los flujos erosionan las bases nacionales – organizativas y asociativas – de la esfera pública y la sociedad civil. Así, una política radical de la esfera pública y la sociedad civil puede ser cada vez más insostenible.[19]



[1] Capítulo de la serie animada, “Los Simpsons”, titulado “Noticias Engañosas”, es el número 22 de la quinceava temporada.
[2] Ibidem, Pág., 61.
[3] Abordemos brevemente una institución social como el conocido “Hospital Psiquiátrico”. Actualmente su figura se ha sofisticado, es vista en crisis. Sin embargo, la disolución del hospital psiquiátrico es más bien su fragmentación en “casa de acogida”, o “centros de acogida” de enfermos mentales. En el futuro quizás serán las enfermedades mentales un tópico central en materia de salud pública, sino la más importante. Lo cierto es que la institución social, “Hospital Psiquiátrico” ha sofisticado su función, entrando en crisis. El “sofisticar” es entendido como el dar artificio a algo adoptando técnicas o criterios más complejos; la fragmentación del hospital psiquiátrico como forma compleja de artificio en torno a la enfermedad mental.
[4] Ibidem, Pág., 62.
[5] http://es.wikipedia.org/wiki/Imagen:Anarchist_flags_and_stars.svg
[6] Ibidem, Pág., 28.
[7] Ibidem, Pág., 67.
[8] Ibidem, Pág., 66.
[9] Esto se asemeja a una idea de reformatear constantemente el inconsciente, de reiniciarlo al igual que un ordenador después de un virus o algún problema, borrar toda la información que contenía e iniciar de nuevo la memoria con información que se tenía.
[10] La posibilidad de volverse políticos.
[11] Los signos semióticos se vuelven iconos.
[12] Descrito por Mercedes Bunz, el “radical chic” es la moda radical de ciertos grupos juveniles. En los cuales se mezclan una serie de símbolos culturales vaciados de significado subversivo.
[13] Más adelante veremos como Franco Berardi Bifo se refiere sobre el “SemioCapitalismo”.
[14] Ibidem, Pág., 69.
[15] Ídem.
[16] Los Derechos del niño, de la mujer, de los homosexuales, de los inválidos, etc., por nombrar algunos.
[17] Ibidem, Pág., 71, 73 y 74.
[18] Ibidem, Pág., 71, 73 y 74.
[19] Ibidem, Pág., 71, 73 y 74.