Me atrevo a polemizar la noción de (pos) estructura desde Derrida de la siguiente manera:
“Si Dios es toda la Presencia, o sea Todo, y la Ausencia es la Nada; el Todo es una Estructura, por lo tanto tiene límites (su misma presencia lo es) y por lo tanto es finito. Asimismo podemos decir que la Nada es ilimitada o infinita en tanto no es sistemática u orgánica como la Estructura lo es. Entonces me gustaría sostener que la Presencia, jugando el papel de la Consciencia, es una pequeña Estructura o determinación dentro del infinito al que me gustaría brutalmente llamar Inconsciente. Entonces, más brutalmente, me gustaría llamar Dios a lo infinito, como los cristianos lo hacen (o sea al revés), en tanto es lo que se busca en el ser (conclusión del ser quizás apresurada), sólo para intentar fastidiar la noción de Todo que hemos estudiado desde Derrida... Así me permito comparar a la Presencia con la vida (que mata) y la Ausencia con la muerte (que no vive) para creerme capaz de decir que la consideración estructuralista de la Ausencia es políticamente indiferente a la vida (que posee ambas posibilidades: vida y muerte) y en definitiva es el discurso de que: Todo da lo mismo, como si Todo fuera Nada. "
domingo, 25 de diciembre de 2005
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