SONIA MONTECINO, Antropóloga.
" LAS HUACHAS: la alegoría de una violencia nueva"
Por Óscar Contardo.
En la nueva edición de "Madres y Huachos" de Sonia Montecino se incluye el femicidio. Para ella más que un problema de nomenclatura legal es un problema cultural.
En 1991 Sonia Montecino publicó "Madres y huachos: alegorías del mestizaje chileno", un libro de antropología lo suficientemente cercano a la experiencia cotidiana de cualquier chileno como para ir más allá del interés académico y transformarse en un éxito editorial y de crítica. Mestizaje, marianismo, ilegitimidad eran aristas de la identidad nacional que durante los 90 comenzaron a tener una repercusión pública que antes no habían tenido. La antropóloga está a punto de lanzar la cuarta edición de "Madres y huachos" (Catalonia), libro que fue galardonado por la Academia de la Lengua el 92. La nueva edición ampliada incluye una reflexión sobre la violencia en contra de la mujer, un tema que ha cobrado vigencia. Muchas cosas han cambiado desde la primera edición de "Madres y Huachos".
En 1991 Sonia Montecino publicó "Madres y huachos: alegorías del mestizaje chileno", un libro de antropología lo suficientemente cercano a la experiencia cotidiana de cualquier chileno como para ir más allá del interés académico y transformarse en un éxito editorial y de crítica. Mestizaje, marianismo, ilegitimidad eran aristas de la identidad nacional que durante los 90 comenzaron a tener una repercusión pública que antes no habían tenido. La antropóloga está a punto de lanzar la cuarta edición de "Madres y huachos" (Catalonia), libro que fue galardonado por la Academia de la Lengua el 92. La nueva edición ampliada incluye una reflexión sobre la violencia en contra de la mujer, un tema que ha cobrado vigencia. Muchas cosas han cambiado desde la primera edición de "Madres y Huachos".
Sonia Montecino dejó la Facultad de Ciencias Sociales de la U de Chile para asumir la dirección del Archivo Central de la misma casa de estudios. Un archivo tan importante como desconocido que entre otras colecciones tiene la biblioteca que perteneció a Pablo Neruda. El hombre que prefería a las mujeres calladas y ausentes. La autora de "Madres y huachos" y "Mitos de Chile" (Premio Altazor 2005) es la primera mujer en ocupar la dirección del Archivo Central de la Chile. También podría ser la primera en obtener el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales que se entrega este mes. Es una de las candidatas junto a la filósofa y columnista de Artes y Letras Carla Cordua.
-Cuando se lanzó Madres y Huachos la ley distinguía en Chile entre hijos legítimos e ilegítimos. Eso ya no sucede más. ¿Han cambiado mucho las circunstancias en estos años?
"Sí. Uno de los cambios fundamentales tiene que ver con la función simbólica de la ley (de filiación) que como discurso social dice que todos los hijos son iguales. Ése es un cambio importante. Lo que no cambia es que el tema de la paternidad sigue siendo culturalmente muy similar. Cuando analizas las estadísticas ves que la cantidad de hijos que viven sólo con su madre o con la familia de la madre es altísima. Eso significa que los hijos están en un estatuto de igualdad, no obstante la paternidad no se transforma. Un síntoma es que los tribunales de familia están colapsados con las demandas alimenticias. Por un lado cambió la ley como discurso simbólico, pero no ha habido transformaciones en las prácticas reales de paternidad".
-En esta edición se incluye un apartado sobre las huachas. ¿Es realmente un tema distinto al de los huachos?
"Sí. Cuando yo trabajé el tema de las huachas mujeres en la primera versión lo hice planteando que para ellas el tema de la identidad no era un problema, entendiendo que las mujeres veían la identidad materna como algo completamente asumido: su destino era ser madre. Sin embargo, lo que ha ocurrido en las últimas décadas -Chile tiene la tasa más baja de la región en inserción laboral femenina- es la incorporación de la mujer al trabajo, ampliándose las posibilidades de identidades distintas a la de ser madres. Las mujeres ingresan al espacio de lo público, pero no hay una transformación social de esos espacios. Entonces se provoca una tensión y un conflicto con estas identidades maternas; y la noción de huachas es de una ilegitimidad simbólica. Son las mujeres que entran a este mundo público de una manera ilegítima".
-Pero hay espacios más difíciles que otros...
"Sí. La política y las distintas instancias de poder son los más difíciles. Una de las consecuencias del ingreso de las mujeres a esos lugares ha sido el femicidio".
-¿Existe mayor violencia o es que ahora se denuncia más?
"Se denuncia más, pero si hablamos de femicidio efectivamente ha habido aumento. Las estadísticas son claras. Y no es extraño. En nuestra cultura funcionamos con dos modelos: el del estatus, que es un sistema que construye la mujer en tanto objeto de deseo y tiene que ver con su cuerpo y con su maternidad. En ese modelo del estatus la mujer es madre esposa, hija o hermana. Pero resulta que hay otro sistema que funciona en el mundo del trabajo, que es el modelo del contrato, que nos dice que somos todos iguales. Entonces hay un choque entre el sistema del estatus y el del contrato. Entre un modelo de la diferencia y uno de la igualdad. Eso difiere en cada sociedad. En Francia, por ejemplo, ideas como ciudadanía e igualdad están internalizadas a través de la historia y se viven tanto en la familia como fuera. Pero en Chile la idea de igualdad en términos sociales son derechos nuevos, que aparecen muy recientemente. Ése es el choque más complejo, entonces la violencia se produce en ese punto".
-¿Y ese choque explicaría el aumento de los crímenes contra mujeres?
"Sí. Una antropóloga brasileña comenzó a trabajar el tema en México en donde existen casos de violencia de pandillas organizadas que asesinan mujeres. Eso es diferente a lo que ocurre aquí en Chile, en donde los crímenes son a nivel de pareja. A los pandilleros les preguntaban las razones para matar mujeres, explicaban que les molestaba algo: su manera de vestir, su conducta, sus costumbres. Los pandilleros decían: "¿Cómo no las íbamos a matar si hacían esto o esto otro?'
-¿Cuándo se comenzó a hablar de femicidio?
"Hace unos ocho años atrás. La expresión original es feminicidio y la acuñó la antropóloga mexicana Marcela Lagarde para señalar este tipo particular de crímenes cometidos por grupos de hombres, de pandillas en contra de mujeres que se escapan de los moldes tradicionales".
-Pero eso no sucede aquí...
"Pero obviamente hay algo que culturalmente está ocurriendo. Porque si se tratara de un simple conflicto de pareja, ¿por qué no son las mujeres las que están matando a los hombres? Yo he seguido el debate en las cartas de El Mercurio y puedo decir que en los últimos crímenes contra mujeres no se trata de conflictos de pareja o familiares. En estos casos de asesinatos hay un conflicto de género. Mi hipótesis, la que sostengo en la nueva edición, es que va a haber un aumento de la violencia en contra de las mujeres en distintos niveles. Precisamente por este choque entre el sistema de estatus que se vive en el ámbito doméstico y el modelo de contrato del ámbito público".
-¿Y cuál es el sentido que tienen las políticas públicas sobre el tema?
"Las políticas públicas van a lo público, no a lo doméstico. El mundo de lo doméstico está desvalorizado, y lo que se valoriza es el mundo de lo público, entonces la identidad se construye en el mundo de lo público. Se supone que si la mujer se incorpora al trabajo crece el país, se moderniza, etc. Pero eso genera conflictos en el ámbito de lo doméstico. Las mujeres que se quedan en lo doméstico viven una desvalorización de lo que hacen y a la vez tienen un cierto prestigio al interior de ese espacio por ser madres. Los problemas y las depresiones aparecen porque todo les dice que lo que vale es el mundo de lo público y no el doméstico. Las mujeres justifican su permanencia en el ámbito de lo doméstico con la idea de dar afecto, de que el trabajo en casa es una manera de expresar afecto. Cocinar, lavar planchar tiene una dimensión afectiva para las mujeres, una dimensión que no aparece en los hombres porque culturalmente no están preparados para eso".
-¿Cómo han resuelto la situación los países que han abordado el tema de la violencia contra la mujer desde esa perspectiva?
"Se han elaborado políticas que apuntan a solucionar los conflictos en el mundo doméstico. Es fundamental hacer una relectura del mundo de lo doméstico, que pasa por revalorizar este espacio. Porque si continúa la tensión entre un mundo público, en donde sí se obtiene reconocimiento, y uno doméstico, en el que no, las mujeres van a seguir viviendo en conflicto".
Madres y Huachos: alegoría del mestizaje chileno. Sonia Montecino Editorial Catalonia.
EN CIFRAS: La participación laboral femenina en Chile es del 37,5 %. Según Flacso, anualmente en Chile el promedio de mujeres asesinadas es de 70. En 1998 la ley igualó a los hijos. De los 261 mil 117 niños nacidos en 1997, el total de niños clasificados ilegítimos era de 114. 399.
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